Agricultores y ganaderos vuelven a situarse en primera línea de acción ante una catástrofe humanitaria. Lo hicieron en 2020 cuando irrumpió pandemia del COVID-19 y ahora repiten ante el desastre originado por la DANA en la Comunidad Valenciana y algunos municipios de las provincias de Cuenca, Albacete, Almería y Málaga.
Inmediatamente, han puesto a disposición sus equipos, principalmente tractores para uso habitualmente agrícola, pero también otras máquinas útiles en un escenario tan excepcional. Además, han impulsado suscripciones populares para contribuir a paliar las carencias de todos aquellos que lo han perdido todo.
Al margen de la ayuda a la población, también se debe cuantificar económicamente los daños en los cultivos, que variarán en función de los días que tarde en retirarse el agua, y de cuánto se prolonguen las precipitaciones, que, en menor medida, siguen produciéndose. A las producciones ya desaparecidas, habrá que sumar las pérdidas de las cosechas pendientes de recolectar e incluso la propia vida de aquellos arboles que estén demasiado tiempo inundados por el agua.
Hay que recordar que además de los efectos producidos por el agua, esta DANA traído consigo pedrisco y vientos fuertes que tambien han producido graves daños tanto en la fruta como en las infraestructuras.
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